jueves, 6 de octubre de 2022

Mi decepcionante experiencia en el curso básico de la Escola de Policia de Catalunya


 Ayer hizo 30 años que ingresé en la EPC, Escola de Policia de Catalunya, actualmente ISPC (Institut de Seguretat Pública de Catalunya) un lunes 5 de octubre de 1992. En redes me preguntaron por mi opinión o experiencia de aquel periodo, pues aquí lo dejo, en mi blog.
 

 
Para la gran mayoría de los aspirantes que acceden al curso básico en la EPC, mossos y policías municipales, se podría decir que sería la puerta de entrada a un nuevo concepto de vida, en concreto profesional, pero que les afectará y mucho en todas las facetas, ya sean personales, familiares y sociales… Ser policía, cambia todo, para bueno y para malo. Como digo, para la mayoría es un paso nuevo, pero no para todos, ya que hay aspirantes al curso básico que proceden de otras policías, también del ejército o de la seguridad privada, que tienen experiencia en la seguridad, pero a todos los que acceden al curso básico, les faltaba LA FORMACIÓN REGLADA que en el año 1992 solo podía ser realizada en Cataluña por la EPC, siendo requisito para el cargo de funcionario de carrera, policía.

 Como todos y todas, aquel 5 de octubre, tenía una enorme ilusión para aprender y aprovechar la estancia en la EPC, yo con tan solo 23 años, creí que mi mochila llena de experiencias, formación, disciplina, valores personales y profesionales que había acumulado en el ejército, seguridad privada y la policía local, me ayudarían a superar el curso básico, pero estaba equivocadísimo, toda mi trayectoria anterior, quedaba en un mundo antagónico con el mundo de la EPC.
 
 Los primeros días del curso, me sorprendió sobre todo un detalle, la extraña interacción entre aspirantes e instructores, percibí una relación de desconfianza. Esperaba o creía que la función de un instructor, en mi caso tuve una instructora, debía de ser como un soporte, una persona-policía con experiencia que nos ayudara a entender y facilitar la formación, así como adaptarnos de la entrada a la profesión. También me chocó la obsesión de saludar, ya que el aspirante se pasa todo el día subiendo y bajando la mano derecha a la gorra, saludando jerárquicamente a todo Cristo que no sea un igual, o sea aspirante, la última m….. que se mueve por la escuela, hasta el punto, en ese tiempo, que los gansos o patos eran de más importancia que los aspirantes, por la evidente estima que les tenía el director, el destituido Sr. Rodés, que se le conocía como El Señor de las Ocas.


 En pocas semanas empezó a aparecer mi decepción por el nivel académico, sus contenidos y también por el profesorado. La formación y experiencia anterior en el ejército (COE), como en la empresa de seguridad privada (Protecsa) y cuando trabajé en la policía local de Sant Sadurní d'Anoia, que poco antes de entrar en la EPC tuve la oportunidad de hacer unos meses de formación en la desaparecida Escuela de la Guardia Urbana del Hospitalet del Llobregat, me provocó un desánimo al encontrarme en la EPC una enseñanza demasiado institucional, políticamente correcta, pero poco práctica y útil para garantizar un buen nivel profesional como policía. La mayoría del profesorado e instructores, no me transmitían la misma empatía policial que me transmitieron los docentes de la escuela del Hospitalet, tampoco los contenidos ni los medios, ya que eran poco o nada útiles para preparar a los futuros policías.  Por esa formación y experiencia anterior, tuve que hacer un esfuerzo diario para reprimir mis opiniones y sobre todo, para cuando me tocó realizar las simulaciones, hoy creo que les llaman Mòdul 7, puesto que, si lo hacía, mi trabajo anterior se podía percibir como una disfunción con el nuevo mundo, el modelo de policía de la EPC, así como una estridencia con el modus operandi de la instructora y riesgo supremo a ser inaceptable en los análisis siempre omnipotente de la psicóloga y de las valoraciones de los “companys de secció”. En este punto, es necesario remarcar la importancia de los psicólogos, profesionales ajenos a la seguridad pública y muchos de ellos carentes de experiencia laboral, que se les da la varita mágica del SI o NO del #TUSIQUEVALES para ser policía, como también en los procesos de ascensos y especialidades dentro del Cos.


 En cuanto a mi instructora en la EPC fue la mossa Cristina Manresa, en aquel tiempo una agente, que nadie imaginaba, supongo, le esperaba un futuro brillante, una carrera profesional meteórica en cuanto a ascensos hasta llegar, hoy ya hace unos años, a comisaria. No tengo ninguna crítica en cuanto a las formas y persona de la instructora Manresa, pero sí que fue muy evidente su falta de experiencia y conocimientos profesionales, un denominador común en casi todos los instructores de la EPC, al menos en aquellos años.

 Y para poner un ejemplo en cuanto a la formación, valoración de la instrucción, psicóloga y compañerismo, creo que nada mejor que explicar una “simulación” por recoger en esta asignatura todos los aspectos, siendo la que tiene mayor importancia para los evaluadores. Las simulaciones o Modulo 7, son recreaciones, sucesos de la vida como atracos, peleas, infracciones... que eran interpretadas por los mismos aspirantes haciendo de “malos” (luego pasaron a contratar actores) que teníamos que imaginar todo, desde el espacio, cajeros, calles, bares… ya que no existía el “boulevar” (recreación de una pequeña ciudad que años después montaron en la EPC) y que los agentes-alumnos tenían que resolver, normalmente en parejas, como la patrulla. Yo solo hice una simulación como evaluado (policía) y varias como figurante, actor. Mi simulación se trataba de desalojar del Metro a indigentes que dormían en los bancos de los andenes. Desgraciadamente tenía experiencia en “limpiar” el Metro, por cuando trabajé de VJ y era lo primero que se hacía antes de abrir las puertas al servicio público. Pues en la simulación, de forma instintiva, llevé la iniciativa para desalojar al indigente del banco que dormía. Con la defensa en la mano, lo desperté con unos golpecitos, cosa que provocó una indignación generalizada en todos mis “companys” de sección. En ese instante, la psicóloga y la instructora dieron por acabada la simulación y nos marchamos hacia la clase para debatir lo que podía presagiar mi expulsión de la EPC, por una actuación discriminatoria y desproporcionada. La psicóloga después de escuchar la unitaria crítica de todos mis compañeros me pidió que defendiera el trabajo antes de condenarme a galeras. Simplemente expliqué que actué así por mi experiencia en el trato con indigentes, perosnas que en su la mayoría tienen un alto instinto de supervivencia, autoprotección y muchos de ellos con problemas de alcohol y/o psicológicos, por lo cual, motivé la utilización de la defensa como la prolongación de mi brazo por seguridad y autoprotección higiénica, puesto que estas personas tienen que ser atendidos con medidas para evitar contagios (en la Escola no teníamos guantes) por eso utilicé la defensa. La respuesta de la psicóloga fue preguntar a la instructora Sra. Manresa q le parecía y esta solo respondió con un “QUE FORT” y mis "companys" hubo silencio.  Nunca más hice una simulación y la asignatura desde aquel momento me la dieron por superada.
 
 Para concluir, decir que mi promoción 92-93, que yo la llamo la Promoción de la Imaginación (por lo referido a las simulaciones) y otros la llaman la Promoció X puesto que ha sido la única que no hicimos entrega de diplomas, con la imagen icónica del lanzamiento de gorras, abrazos entre mozos, policías locales y familiares, con los discursos del Presidente, Director y otros VIPS. La 6ª promoción no hicimos ese acto tan esperado por todos los aspirantes, por conflictos partidistas y políticos, como siempre, ya que en aquel tiempo, bajo el Gobierno de CIU, la Honorable Consellera de Interior Maria Eugènia Cuenca tenía una mala relación con el Director de la EPC, Sr. Rodés. Todo el mundo sabía que aquel director seria destituido en breve, por lo tanto, no concedió ninguna facilidad para que nuestra promoción saliera antes del ciclo formativo por necesidad de efectivos para poder destinarlos a las prisiones (nueva competencia transferida en aquel tiempo). Subrayar que hasta la 6ª promoción, entre los requisitos especificados en el DOGC para aprobar las fases de la oposición, era superar 9 meses de formación a la EPC, pues la amenaza del director fue de suspendernos a todos el curso si la Consejera ordenaba acabar un solo día antes de los 9 meses.

 El rebote de la consejera fue mayúsculo y como siempre los de debajo somos los que acabamos recibiendo. El 30 de junio acabamos los 9 meses, a las 18h salíamos en carrera hacia el edificio de la Direcció General de Policia (c/ Pujades de Barcelona) donde nos entregaron la credencial, el arma (revólver) y el resto de uniformidad que nos faltaba. Desde allá, hubo compañeros que a la 1h de la madrugada todavía estaban en Pujades y que a las 9 de la mañana, todos los mossos que habíamos aprobado, teníamos que presentarnos al destino asignado, yo en Lleida, cosa que explicaré en otra entrada, ya que por las componendas partidistas, me quedé dos años en dicho destino en vez de tres meses, si la consellera no hubiera ordenado que el curso no puntuaba para el número de promoción, si no solo para apto o no. 


 
El reparto de destinos y la comunicación de si habías aprobado el curso formativo o no, lo hicieron ese último día antes de dar el pistoletazo de salida para ir a Pujades. Se hizo de una forma ignominiosa, patética y sin ningún respeto, especialmente hacia los suspendidos. Todos los aspirantes reunidos en el Aula Magna, salón de actos, fue la Direcció de la Escola en presencia de los instructores que procedieron a ir leyendo un listado por orden alfabético que iban nombrando al aprobado, este se ponía en pie el mencionado y se le informaba del destino, por lo que también se le daba el aprobado del curso. Si por la letra del primer apellido no te denominaban, significaba que habías suspendido del curso. Imaginen como se quedaron aquellos aspirantes que después de nueve meses de curso, de esa forma tan impersonal e insensible, les anunciaban el #TUNOVALES
.


 Siempre me ha parecido indigno como la EPC ha tratado a los aspirantes que no consideraban actos para ser policías, tanto durante el curso cuando hubo varias expulsiones, que de forma indigna los invitaban a abandonar la formación y se les acompañaban a recoger todo lo que tenían en la taquilla y de allá a la salida del recinto. O como he explicado, cuando el último día del curso, aquellos que no fueron nombrados y así se les notificó el no aprobado del curso básico. Tantos psicólogos, instructores y docentes, para tratar de forma ignominiosa a las personas.

 Por todo lo explicado de forma sintética y casi anecdótica, mi primer paso por la EPC me supuso mucho esfuerzo para poder acabar los nueve meses, por la formación en sí, como por los excesos de farsa disciplinaria con la que algunos instructores del tipo sargento de hierro frustrado se hacía notar y también por el poco compañerismo que recuerdo haber sentido. En resumen, mi primera etapa en la EPC, curso básico, sirvió de poco o nada para poder afrontar la profesión, aquellos nueve meses fueron decepcionantes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Solo soy un agente de tráfico

 Hoy se cumplen 27 años de la Especialitat de Trànsit de Mossos y hoy hace 7 años que escribí en Facebook este escrito en el que opinaba así...