Lo primero que leo hoy sobre seguridad vial y siniestralidad en la carretera es un twit de Anna Punsí sobre la mortalidad de estos últimos tres días. Luego al mediodía, por casualidad veo en televisión una declaración del director del Servei Català de Trànsit que me ha dado la sensación de conformidad con los muertos hasta hoy, por qué son los mismos de unos años atrás… de vergüenza ajena.
Esta contrariedad entre la información
continua de Anna Punsí preocupada por la mortalidad de la carretera y la información
insensible, al menos ha sido lo que me ha transmitido el Director, me ha provocado
una reflexión sobre las políticas y gestión del tráfico en Cataluña, la
seguridad vial y la estrategia para reducir la siniestralidad en las carreteras.
Llevo más 25 años en el mundo de
la seguridad viaria, desde el ámbito local al autonómico, por lo que en mi opinión en
relación con mi experiencia no puedo ir más allá. Dicho esto, constato que, en solo
dos décadas, las estrategias políticas y jerárquicas son antagónicas con los objetivos
gubernamentales (europeos) para reducir la mortalidad.
Aquí, equivocadamente, en la última
década o más, se ha apostado por un modelo policial inadvertido, potenciando
las unidades camufladas y reduciendo las patrullas logotipadas (uniformadas). También han revertido el porcentaje de denuncias notificadas en carretera del 80% al 10%
o menos. Esta estrategia solo beneficia a la recaudación administrativa, pero
en ningún caso es eficaz para reducir la accidentabilidad, ni tampoco para
perseguir los delitos penales contra la seguridad viaria, por la dificultad en conseguir
las pruebas necesarias para la identificación del autor.
Llevan más de una década sin invertir lo
necesario en efectivos, medios y formación. A esto, si sumamos las políticas irresponsables
en reducir sectores de tráfico, siendo cómplices necesarios los mandos de tráfico
y la jefatura, han sido las estocadas de muerte para la especialidad de tráfico,
por lo tanto, una causa y efecto en el aumento de las infracciones, delitos y
accidentes. Ahora el Govern actual dice que no reducirá los sectores que ya estaban
en la UCI, pero reanimarlos, llevarán su tiempo y qué estoy seguro, nunca se recuperarán del
todo.
En cuanto a medios, no se
invierte lo que se recauda en denuncias (cosa que la ley dice) y el material es
obsoleto e insuficiente.
En cuanto a formación o
actualización de la norma y conocimientos, como el material, es escaso o
inexistente.
En cuanto al control profesional,
denuncias, atestados, sentencias, atención y servicios a los ciudadanos, hay
poco o nada, prevaleciendo los gráficos estadísticos que la calidad.
Por lo qué, la decadencia y la falta de ética
profesional ha calado en la especialidad, que con las interesadas políticas partidistas,
jerárquicas y personales, han ganado la partida a la vocación de servicio y la
implicación por la seguridad del tráfico, con la consecuente y evidencia que el tráfico es más irrespetuoso y peligroso.
No quiero dejar de mencionar la falta de crítica y denuncia de las asociaciones de víctimas de tráfico y de seguridad viaria, a las malas o como mínimo ineficaces estrategias políticas para reducir la siniestralidad y la falta de medios para garantizar la seguridad en la carretera... las subvenciones, amistades y estatus sociales de las direcciones de dichas asociaciones, deben de ser las posibles causas.
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