Recuerdan cuando el Conseller de Interior de turno, Jordi Jané
en febrero de 2016 prometió revisar los protocolos de inmovilización después del
accidente mortal en Fornells de la Selva, que un conductor bebido y sin carné mató
una joven de 25 años después de haber estado inmovilizado horas antes.
Ningún protocolo ha cambiado hasta hoy, todo lo contrario,
hay más problemas legislativos, administrativos y técnicos por la falta de
medios para las unidades de trafico de los mossos puedan inmovilizar o retirar vehículos
implicados en delitos o infracciones viarias.
Hace dos días, un conductor de un turismo atropella a un
grupo de 9 ciclistas en Castellbisbal, Barcelona con el resultado de dos
personas fallecidas, una crítica y otra de grave. El conductor se dió a la fuga
del accidente y fue identificado y detenido un día después.
Ha tardado poco en salir el director del Servei Català de Trànsit,
Ramón Lamiel en anunciar una prueba piloto para aplicar una velocidad variable
a la carretera en función del volumen de ciclistas.
Promesas, pruebas piloto y cambios que nunca acaban de realizarse y, que una vez pasa la tormenta y el interés mediático quedan intencionadamente por incapacidad o por desinterés político en un olvido. Luego, nadie se acuerda y lo que es peor, nadie les exige a los responsables políticos ni jerárquicos que expliquen del incumplimiento de sus promesas.
Después de casi 25 años en la especialidad de tráfico, creo que el gran
problema de la seguridad viaria es la estructura política del Servei Català de
Trànsit y de la cúpula de mandos, que de forma perenne se han mantenido en la Divisió
y sus Àrees Regionals, con un perfil profesional de total servilismo a la Jefatura
de Mossos y del Govern de turno, dejando a una segunda, tercera, cuarta o última
prioridad la seguridad en las carreteras.
A la mayoría de los mandos de la Divisió y ART los conozco
desde los inicios del 1998, a muchos les tengo aprecio personal, pero a pocos
les considero buenos referentes profesionales y jerárquicos. La mayoría de ellos,
no todos por supuesto, han ido sumando barras, laureles y bastones desde los despachos,
con el mérito más reconocido en el Cos que es “NADA DE PROBLEMAS Y ABSOLUTA LEALTAD
A LA SUPERIORIDAD”.
En mayo del 98, 250 efectivos cubrían la ART de Girona de 5
sectores (Figueres, Girona, St. Feliu de Guíxols, Olot y Puigcerdà) incluida la
OTEC y sus oficinas. Por ejemplo, en el sector de Girona, por turno salían 4 o
5 patrullas de nivel 2, todas uniformadas, más dos patrullas de nivel 3
(atestados). Hoy, sería mucho pedir que salieran 3 patrullas uniformadas por
turno para cubrir el mismo sector, pero con muchos más quilómetros de vías rápidas
(autopistas y autovías).
Desde hace más de una década la DT y ART, seguramente por
interés administrativo, han apostado por reducir los grupos de trabajo llamados
“escamots” que componen las patrullas uniformadas que cubren las 24 horas de
los 365 días, asistiendo a los accidentes, incidentes viarios, controles y en
definitiva son los que dan presencia policial a los usuarios de las carreteras.
Reducen patrullas uniformadas para aumentar
las patrullas camufladas (espiells) como los grupos de trabajo específicos (transportes,
GRD, radar) y el meritado trabajo del ejercito de oficinas.
Recordemos que hace ya unos años, cuando la Divisió de
Trànsit estaba en manos de los de siempre y encabezada por el comisario Esquius,
decidieron seguramente cumpliendo prioridades políticas, administrativas y de
la Jefatura, reducir 9 sectores de tráfico hasta su eliminación. Muchos fuimos los
que critiquemos y denunciamos esa ignominiosa decisión, pues sabíamos que afectaría a la
seguridad viaria y por descontado se reduciría la calidad del servicio a los
usuarios. Pero no solo afectó y sigue afectado, por ejemplo en dificultar la resolución de accidentes de tráfico o dejar de perseguir posibles delitos por la falta de patrullas de tráfico para
realizar las pruebas de alcoholemias. Hace
pocos meses, este Govern anunció que pararía la medida de reducir los 9 sectores
y prometió aumentar los efectivos perdidos en estos años…de momento nada de
nada, siguen turnos de trabajo donde no hay una sola patrulla en esos sectores, el daño estaba hecho y las consecuencias se notan desde hace mucho.
La mortalidad y siniestralidad en las carreteras va en
aumento, ahora se suma el problema que les ha cogido de “improvisto” por las afectaciones
viarias de la AP7, poniendo en evidencia, una vez más, la incompetencia profesional,
administrativa y gubernamental de los de SIEMPRE.
La especialidad de tráfico en mossos está tocada de muerte,
resiste en la UVI con efectivos que pasan de media los 47 años y, con una carga
de trabajo muy superior a los del 1998, por la falta de efectivos. A la falta de efectivos se suma un parque
móvil inadecuado, viéndose los agentes en la obligación de patrullar con furgonetas de administración
o asistiendo accidentes como única patrulla en la autopista en un vehículo no
logotipado. Todo por la falta de planificación de la subdirección general y el
silencio cómplice de los altos mandos de tráfico (NO HAY PROBLEMAS).
Mientras tanto, políticos, asesores y mandos se congratulan
con escenografías marítimas presentando barquitos, anunciando operaciones
humanitarias como el paso del estrecho, mediáticas para dar a conocer las nuevas motos y radares
un viernes por la mañana mientras por la tarde solo trabajan tres patrullas no habiendo
coches de tráfico para todas en una operación salida de verano.
En fin, podría continuar añadiendo párrafos y párrafos para
completar un libro, pero acabaré esta opinión diciendo que solo se reducirán
los accidentes de tráfico y los delitos contra la seguridad viaria con la
presencia de patrullas uniformadas dando seguridad a los usuarios, con más medios
como vehículos, más y mejor material, formación para los agentes, priorizar el servicio
de la carretera al de las oficinas, apostar por la notificación de las denuncias, realizar
campañas efectivas y no continuas y con fines recaudatorios, contratar servicios
importantísimos y necesarios para la seguridad viaria como el rescate de vehículos
averiados o accidentados (grúas) que se acumulan en los arcenes sin ser retirados a un depósito, medios como los drones (no solo para
las escenografías) si no para la vigilancia y detección de infracciones y
delitos, exigir a las concesionarias de carreteras el servicio de señalización
para liberar patrullas de tráfico…
Para todo esto, es necesario un cambio generacional en las
cúpulas del SCT, DT y ART con perfiles más profesionales, comprometidos con la
seguridad viaria y defensores a ultranza con la necesidad e importancia de la especialidad
como garantes de dicha seguridad. Pero si en casi 25 años no ha habido cambios,
todo lo contrario, ha habido una aniquilación de las especialidad de tráfico, pues
será mucho si me jubilo ostentando en el brazo el escudo que tanto
costó que lo pudiéramos llevar en el uniforme.