En las últimas semanas, después de varios episodios de atentados contra los agentes de la autoridad en Cataluña, por incidentes en el entorno de los botellones, ha habido varias denuncias, mejor dicho, quejas en Twitter y en otras redes sociales por parte de algunos sindicatos de policía pidiendo RESPECTE. En las mismas redes sociales, respondí a los twitters de estos sindicatos con el mensaje que el respeto se gana, pero ahora me vine de gusto extenderme y motivar mi opinión desde mi experiencia y trayectoria observando y detallando por donde se ha ido perdiendo el RESPECTE, con responsabilidad repartida entre gobiernos, jefatura, prensa, sindicatos y los mismos agentes de la autoridad.
Con la
perspectiva que me dan mis 10 trienios en las FCS y otros años en el Ejército y
la Seguridad Privada, puedo opinar con rotundidad que el respeto se gana y se
va acumulando o perdiendo por varios motivos que puntualizaré:
Sin
una buena FORMACIÓN, sea inicial, especializada y también continuada no se
garantiza la profesionalidad de los agentes, por lo que, con una mediocre o
directamente mala formación, los agentes caen en errores e incluso en faltas
administrativas o penales, generando la noticia mediática que acaba en la
desconfianza y cuestionamiento de todo el colectivo de policías por parte de la
sociedad.
Los MEDIOS
y EFECTIVOS son causa efecto para poder ofrecer un buen servicio público de
seguridad a la ciudadanía, la falta de ellos son causa de perdida de
profesionalidad, por lo tanto, induce a la perdida de falta de respeto al Cos. Trabajar
continuamente bajo mínimos genera un estrés en los agentes, incrementando la
ansiedad y el cansancio que abocan en muchas ocasiones en actuaciones con comportamientos
impropios de un policía, por la falta de ética e incluso respeto. Así como, afrontar
actuaciones con la falta de medios y herramientas necesarias, un ejemplo son
las armas eléctricas, los agentes se ben en la obligación de utilizar más
fuerza o armas de fuegos que son injustamente cuestionadas por iletrados en la
materia.
Poner
la Policía en el debate POLÍTICO con intereses partidistas de gobiernos y
oposición, con críticas, dudas y denuncias falsas, generan la pérdida de
confianza de la sociedad hacía su policía. Y si sumamos la irresponsabilidad de
muchos cargos públicos que durante años han estado animando a la desobediencia
colectiva e individual, a normalizar los atentados contra las policías y
tribunales, a participar en desórdenes públicos poniendo en jaque a las FCS…el
resultado es que cala la impunidad en la sociedad con la consecuente pedida respeto
y autoridad de la Policía.
El distanciamiento y desconfianza entre los policías y sus mandos, en especial la PREFECTURA llega a generar una falta de respeto dentro del colectivo. Como opiné en una entrada anterior en este blog, los referentes son muy importantes en las FCS-FA y en este Cos, la falta de referentes ha sido una constante. Un sentimiento muy extendido en el colectivo es “que mejor que el mando no esté, ya que no ayuda y todavía lo complica todo” Pero el sentimiento más generalizado en la plantilla es que los mandos no empatizan con los agentes y el trabajo en la calle, ocultando a la Administración y Govern muchas de las necesidades y problemas existentes, teniendo los altos mandos unos perfiles profesionales más políticos que policiales. Con esta falta de referentes, confianza y respeto interno, muchos de los agentes caen en la desidia y la dejadez profesional, con comportamientos que perjudican a la Institución y a la ciudadanía, por lo que también generan una falta de respeto hacia los policías.
Los
SINDICATOS y sus malos referentes. Estuve más o menos 5 años trabajando para
una organización con representación en el Consell de la Policia, de forma muy
implicada y honesta, valor casi inexistente en ese mundo. Entré con la
ensoñación de cambiar el sindicalismo de salón por un sindicalismo de
referentes profesionales, apostando por policías referentes, implicados y
valientes luchadores por los derechos de los policías y la profesión en general…
Me quedé con la ensoñación y volví a mi destino con la impresión de haber
dejado un mundo indecente que representa a un colectivo individual, egoísta y
cobarde para defender sus propios intereses. Hoy, el mundo sindical se compone
por los sindicatos de siempre con delegados que la mayoría están escondidos y son
desconocidos, que llevan ostentado el modus vivendi del sindicalismo el doble
de tiempo qué de policía, más alejados de las necesidades y problemas de los
policías que los altos mandos. Con los nuevos sindicatos, unos con discursos
populistas que acaban cayendo en el modus vivendi de los anteriores y los otros
que han aprovechado el tirón nacionalista para crear un sindicalismo político y
antisistema. Con este repaso del mudo sindical, quiero decir que la mayor parte
de los delegados no son referentes para el colectivo ni son respetados, hacen
una labor poco reconocida y mucho menos efectiva para defender la Policía. Es
cierto que hay delegados muy conocidos por su valentía en intervenir en medios
de comunicación y prensa defendiendo la función policial, pero la efectividad
sindical va más allá de los platós, de los micros y las redes sociales. La
mayoría de los delegados sindicales han ayudado al descredito y la falta de
respeto de la policía por ser ellos mismo unos malos referentes, sin
credibilidad alguna, siendo ellos mismos un lastre para el propio colectivo que
afectan a escamotes por sus permisos sindicales que nunca han tenido que
motivar ni han demostrado su utilidad.
La
PRENSA, en informativos, entrevistas y tertulias de iletrados, voceros mediáticos
y también influencers que continúan cobrando de policía, han ayudado a generar rechazo
y menosprecios hacia los cuerpos policiales. Es fácil envenenar la sociedad con
el mensaje de desconfianza, criminalización de la policía, generar odio y falta
de respeto y autoridad utilizando redes, radios y televisiones públicas o privadas
(subvencionadas) por intereses políticos o movimientos antisistema.
Los mismos
POLICÍAS también son responsables de la falta de respeto hacia ellos mismos.
Estoy seguro qué todo lo anterior afecta a muchos policías para dejarse
humillar y pisotear, por la obediencia debida, cobardía o directamente por ser
un profesional del tres al cuarto, que de haberlos los hay. La falta de apoyo institucional,
gobernativo y jerárquico que todos los agentes sienten, los acosos mediáticos,
el miedo a los problemas y las consecuencias administrativas o judiciales
generan la desconfianza y la falta de seguridad profesional, por lo que muchos
agentes no se implican lo que se deberían de implicar para hacerse respetar
como agentes de la autoridad.
La falta de respeto a la policía viene de lejos y ha ido calando como una lluvia fina que ahora ya ha empapado y enfermado a los agentes, siendo ya una patología crónica en las generaciones actuales y que se trasmitirá a las próximas promociones de policías sin que las administraciones ni gobiernos tengan intención de invertir en un tratamiento para su recuperación.