lunes, 5 de mayo de 2025

Solo soy un agente de tráfico

 Hoy se cumplen 27 años de la Especialitat de Trànsit de Mossos y hoy hace 7 años que escribí en Facebook este escrito en el que opinaba así:


"Solo soy un agente de tráfico.

Solo soy uno de esos 276 agentes que nos enrolamos en la especialidad de Trànsit sin saber condiciones, horarios ni destino en la Regió Policial de Girona. Soy uno más de esos 276 Mossos que sigo tocando asfalto en turnos. Solo soy uno de esos agentes que por vocación por el tráfico, me siento bien ayudando a los usuarios de la carretera. Solo soy uno de esos Mossos de la primera promoción de Trànsit que seguimos preocupados por las víctimas de accidentes de tráfico. Solo soy uno de esos agentes de tráfico que padecemos las faltas de efectivos en turnos. Solo soy un Mosso de tráfico que creo en la patrulla uniformada, la denuncia a pie de asfalto en contra de las denuncias no notificadas. Solo soy un motorista de escamote que criticó la cantidad de Mossos de la especialidad que no está en la carretera desde hace años sin motivos médicos o por edades. Solo soy un agente de tráfico que me cabreo cuando utilizó la PDA heredada de Correos que funciona como el culo cuando existen tabletas y programas que la DT, SCT y Transportes nos niegan. Solo soy un agente de tráfico que trabaja en escamote, turnos, festivos y cada día  en la carretera, por eso que solo soy eso y mi opinión no importa. Solo importa la opinión de esos que ni están en la carretera hace años o nunca han estado, solo importa difundir sus halagos de la especialidad, sus buenas intenciones y lo bien que lo "hacemos" 

Este aniversario ha sido como siempre, pintado y coloreado por los de la zona de confort, los demás, los que solo somos agentes de tráfico que trabajamos pisando asfalto, hemos seguido ahí, trabajando por los usuarios de la carretera, toda una vocación sin privilegios ni intereses.


PD, me propuse no escribir opinando pero las entrevistas, las escenificaciones y vendettas me han podido...."


¿Qué ha cambiado en estos 7 años desde el escrito? Poco. Como que un servidor ya no está en escamote, pero sigo pisando asfalto. Se hacen más denuncias, pero son la mayoría sin notificar. Se hacen menos controles preventivos y sus estadísticas demuestran que la cosa no va bien por el aumento de accidentes y muertos en la carretera. El nivel profesional y ético de los agentes de tráfico es cada vez más vergonzante, sea por la falta de formación, por absencia de supervisión, por cobardía o por los intereses jerárquicos... El Servei Català de Trànsit, la Divisió y las Àrees de Trànsit, son los responsables de la decadencia y la mediocridad de la especialidad, pero ellos y ellas continúan meritándose y repartiendo prebendas y beneficios a sus grupos productivos.  


Siento tristeza por la Especialitat. 

domingo, 23 de febrero de 2025

Recuerdos de mi paso por la seguridad privada 1988 - 1991

  

Cuando me licenciaron del Ejército (COE 42) tuve la posibilidad de seguir vinculado a ese mundo militar y pensé enrolarme en la Legión Extranjera francesa, ya que en aquél tiempo se interesaban por la levas de dichas compañías españolas. Pero la balanza se decantó por mi vida sentimental y personal. Sin oficio ni vocación más allá de mi finiquitada pasión por el hockey, opté por enviar solicitudes de trabajo a las empresas de seguridad privada.

Pronto me llamaron de la empresa PROTECSA Protección y Custodia S.A, interesados por mi paso por la COE, citándome para una entrevista personal en sus oficinas de Barcelona, en la calle Modolell 29. Me entrevistó el jefe de personal Sr. Roca, con el cual meses después hicimos juntos alguna captación para la empresa, en el GOE IV. 


Una semana después de la entrevista, empezaba un curso de formación que realizaba dicha empresa para sus nuevas incorporaciones. El curso que duró más o menos una semana se tocaron temas de primeros auxilios, algo de normativa de derechos fundamentales y procedimientos en la seguridad privada.    

Después me entregaron la uniformidad, la defensa y los grilletes, para empezar a trabajar en mi primer servicio como guarda de seguridad en la empresa IMSA de Vilanova i la Geltrú, donde la seguridad se compartía con los vigilantes de la propia empresa y los efectivos de Protecsa. Era un servicio principalmente de control de acceso, pero también, cuando caía el día y, en el turno de noche y todo el fin de semana y festivos, se realizaban rondas por toda la zona industrial, acompañados de un perro adiestrado.


Cuando empecé a trabajar en Protecsa tenía 20 años, por lo que mis primeros meses de servicios en la seguridad privada fueron de Guarda de Seguridad (GS), una figura con funciones inferiores al Vigilante Jurado (VJ). En aquel momento de finales de los años 80 y principios de los 90 la seguridad privada se regulaba por Real Decreto y que en este enlace que comparto, se explica muy bien la evolución de esta profesión en España: 

El GS en Protecsa, vestía de uniforme casi idéntico al VJ pero sin arma de fuego, realizando servicios de control de accesos en empresas, comercios, etc. Como se puede ver en la primera foto de esta entrada, los guardas y los vigilantes de Protecsa vestían de "bonito" con pantalón negro, camisa blanca con corbata, gorra o boina negra y zapatos también negros. Y de "campaña" prácticamente como un uniforme muy similar al militar pero de color negro, compuesto de pantalón, camisola, botas, boina y un pañuelo de cuello amarillo. El GS tan solo llevaba defensa de goma y grilletes y el VJ también, más el arma de fuego reglamentaria.   

En la IMSA, siendo mi primer trabajo en la seguridad privada, cada servicio era enriquecedor y anecdótico, desde mi primer contacto con perros adiestrados, los primeros incidentes en el control de acceso con el feedback de los trabajadores, transportistas, visitas... y también con los propios compañeros de Protecsa y los vigilantes de la empresa. 

A parte de trabajar en la IMSA, se nos encomendaban otros servicios para realizar horas extras como en el Metro de Barcelona. En aquel año 1988 empezaron a retirar las cabinas de taquilla con su personal y sustituirlas por las máquinas de autoservicio para adquirir los tickets y abonos. Allí la misión de los guardas era tan solo de hacer el contaje de las personas que pasaban por encima de los torniquetes de acceso sin pagar, por lo cual y según en que estación más, alguno se encaró amenazándome si le iba a impedir el paso y, mi respuesta, más estando solo, era: "en ningún caso, mi trabajo es solo apretar este pulsador de contaje y luego informar a la central del resultado".


También realicé algún servicio en Renfe, en largos recorridos. Se trataba de acompañar a un Vigilante Jurado y la misión era de hacer presencia por todos los vagones y de responder a los requerimientos del interventor del convoy, en trayectos nocturnos de Barcelona a Zaragoza y vuelta. Los únicos incidentes en este servicio eran los hurtos que se cometían aprovechando que los viajeros dormían, casi siempre en las últimas estaciones antes de llegar a Zaragoza y, que neutralicemos un par de ellos, con diferentes resoluciones, de las que prefiero no escribir y que solo queden en mis recuerdos.



Cuando cumplí los 21 años, me preparé el temario de Protecsa para examinarme de Vigilante Jurado. Las pruebas de conocimientos y tiro las realizaban la Guardia Civil, si no recuerdo mal de su apellido, el mando responsable de dichos exámenes era el sargento Rojas, muy "conocido" en el mundillo de la seguridad privada en Barcelona. Aprobé sin problemas, obteniendo mi placa de VJ núm. 67836 y el revólver del calibre 38 especial de 4 pulgadas. 

 



Mi primer destino de VJ fue en la térmica de Cubelles, pero antes mi primer servicio lo realicé en una de las paradas y recargas de la nuclear de Vandellós II. Recuerdo que antes de ir a Vandellós tuvimos que pasar por un control médico, analíticas y orina. Los VJ de la zona de Vilanova, quedamos en un punto de encuentro para ir juntos a Barcelona en un solo coche y, de primeras ya me extrañó el sitio y la hora concertada, delante del Giraldillo (un restaurante de tapas muy conocido). Cuando llegó Agustí, el compañero más mayor, nos dijo "vamos a tomar algo", a lo que los demás le dijimos que teníamos que ir en ayunas y él respondió "hacerme caso y para dentro". Con desconfianza comimos unas tapas y bebimos cerveza, luego nos enjuagamos la boca y nos fuimos para Barcelona. Al llegar a Barcelona a los laboratorios Echevarne, todos dimos la misma respuesta a la pregunta de si estábamos en ayunas "por supuesto, solo he bebido un poco de agua". 



El día que llegamos a Vandellós para incorporarnos a la seguridad de la recarga de la nuclear, inmediatamente entendimos lo del tapeo en el Giraldillo, pues después de las presentaciones y explicaciones del servicio, alojamientos y otras informaciones, a los VJ de Vilanova se nos asignaron únicamente servicios de accesos y vigilancia del perímetro, sin poder entrar en el núcleo y otras zonas con riesgos de radiación "controlada". Los jefes de Tarragona nos dijeron que algo había pasado en las analíticas de Barcelona, por lo que deberíamos de repetir dichas pruebas en un laboratorio de Reus... No fue listo "niná" Don Agustí, el lobo de mar (ya que antes de VJ su profesión era de pescador). Cuando realizamos nuevamente las analíticas, esta vez sin tapeo previo y, llegaron los resultados, la obertura del núcleo ya se había realizado y, eso que nos quitamos de encima. Los treinta y tantos días que duró la recarga nos hospedamos en un hotelito de Hospitalet de l'Infant. En ese periodo, salió la primera prueba de acceso a Mossos d'Esquadra que me había presentado para la 4a. promoción, pero no pude ir, ya que se me negó el permiso. En cuanto al servicio en sí, salvo un susto que hubo en un turno de noche al sonar todas las alarmas y se procedió al cerramiento del núcleo, según nos dijeron, que se había descolgado una barra de uranio de la grúa que finalmente fue controlada y colocada en su sitio, no hubo nada más.

Después de un breve tiempo realizando servicios en la Térmica de Cubelles sin ninguna anécdota, tan solo destacar mi primer contacto con la Policía Autonómica - Mossos d'Esquadra, con los GEI (Grupo Especial de Intervención) que realizan entrenamientos y pruebas allí, concretamente para subir a la chimenea, me destinaron a las Caves Freixenet de Sant Sadurní d'Anoia, donde dos VJ por turno de 12 horas, realizábamos el control de acceso de personas, mercancías y rondas cuando cesaba la jornada de los trabajadores vigilando el perímetro y también el interior de las cavas. 

Las rondas las hacia solo un VJ, mientras el otro se quedaba en el acceso. En dichas rondas debíamos marcar el reloj que llevábamos colgado con las llaves que estaban ancladas en las zonas que teníamos que recorrer. Todo el recorrido se hacía a oscuras, con la linterna y las luces de emergencia como única iluminación.


No se me olvidarán nunca los sustos de "muerte" cuando, al recorrer los pasillos llenos de pupitres con las cientos de miles de botellas en crianza, una estallaban cerca. Si me hubiese tomado las pulsaciones en ese momento, estaría taquicárdico. 
Había zonas, sobre todo por la cava vieja, donde el escenario no era muy agradable por la oscuridad, humedad, telarañas... y allí había una de las llaves más odiosas del recorrido. En cuanto a las rondas y el control de estas en el registro del reloj, no voy a omitir que hecha ley hecha la trampa, por lo que todo VJ de antaño sabía cómo marcar el disco para profanar los registros. 
En este servicio pude ver, evidentemente desde la entrada, dos galas de las presentaciones de las campañas de navidad de Freixenet, de protagonistas en 1989 con Paul Newman y en 1990 con la pareja Inés Sastre y Christofer Reeve. También, en ese año y 5 meses que estuve en las cavas puede conocer a varias personas de la familia Sala y de los Bonet. A parte de las Caves Freixenet, realicé servicios en otras bodegas del mismo Grupo Freixenet sitas en misma la comarca, como las René Barbier y Segura Viudas, así como en otros sectores por ejemplo cartoneras del municipio de Sant Pere de Riudebitlles. 

Alternando con el destino fijo en Freixenet, también hice otros servicios que cobrábamos en horas extras (siendo la parte de la nómina que hacía digno el sueldo, pero que Hacienda "que somos todos" nos recordaba lo "extra" que también suponía para el Fisco). De todos los servicios extras, los más atractivos fueron los conciertos y que en aquellos años, pre-Olimpiadas, se realizaron muchos en Barcelona. Tuve la suerte de trabajar en los conciertos de Rolling Stones, Madonna, Prince, David Bowie, el Concierto Contra la Droga, dos conciertos de la gira de Julio Iglesias...

  





Podría alargarme en demasía narrando las muchas anécdotas y experiencias que viví en aquellos conciertos, resumiendo: Desde las excéntricas demandas que realizó Mick Jagger; al cabreo más que motivado que pilló Madonna al subir un espontaneo al escenario revindicando paz; la pedrada que rompió una luna del coche en el que iba Prince; la comprensión de Miguel Bosé al no dejarlo entrar por falta de acreditación; la sustracción de una guitarra del grupo Ketama que actuaban como teloneros de Prince; hasta coger en "volandas" a Julio Iglesias y meterlo en el coche porque se nos echaban encima una turba de fans; a las risas con "Papuchi" el doctor Iglesias que acompañaba a su hijo en todos los conciertos; ver y oír un mensaje contra el consumo de drogas de un solista muy conocido y seguidamente presenciar cómo se metía una raya; ser testigo del correctivo a un espectador violento que dispensó un equipo de la CNP (Compañías de Reserva en aquellos años, hoy UIP)… muchos y eternos recuerdos de aquellos conciertos. 
También realicé muchos servicios extras en el Metro de Barcelona con muchos incidentes destacables con delincuentes por robos y hurtos, acosadores sexuales, ataques violentos, grafiteros, incívicos, vagabundos que pernoctan dentro y que muchos de ellos/as tenían serios problemas de higiene y psico-psiquiátricos...

En resumidas cuentas, dos años inolvidables de mi paso por la seguridad privada que trabajé en muchos servicios como en zonas industriales, térmicas, nucleares, Renfe, Metro, caves, cartoneras, sucursales de bancos, conciertos, cartoneras, despachos de oficinas, cerveceras.... en turnos de 8, 12 y 16 horas e incluso empalmando turnos y servicios de 12 + 12 horas, como salir de un servicio de Freixenet para desplazarme al Estadio Olímpico de Barcelona para cubrir un concierto o el montaje de este, volviendo luego a Freixenet, en donde  los dos VJ alternábamos el control de acceso y el descanso. Una experiencia enriquecedora que me dio la oportunidad para poder acceder al mundo de la seguridad pública, entrando a trabajar en la Policía Local de Sant Sadurní d'Anoia y que relataré en una entrada próxima. 

PD: Puedo decir con conocimiento de causa, que después de mis años en Seguridad Privada, Policía Local y Mossos d'Esquadra, sin desmeritar a nadie, que los compañeros de seguridad privada me merecen muchísimo el respeto por las condiciones en las que trabajan, por la falta de reconocimiento y de protección legislativa... y que nunca he dudado de la peligrosidad a la que se exponen en muchos servicios, donde a diferencia de la FCS que mayormente somos los policías quienes nos dirigimos al peligro, en la seguridad privada el peligro se dirige a ellos, estando solos.   

viernes, 13 de diciembre de 2024

Recuerdos de la Compañía de Operaciones Especiales 42, GOE IV Almogávares de Barcelona

 
 Este viernes 13 de diciembre de 2024, es el 63 aniversario de la creación de las Unidades de Operaciones Especiales de España. Por ello, me ha venido en gana de escribir esta entrada biográfica y no de opinión y, dejar constancia en el blog de mis recuerdos de los meses en la COE 42, de la que siempre he llevado en mi corazón por los valores que me inculcaron y que me han servido para ser la persona que soy, tanto en mi vida personal como profesional.


La Instrucción de Girona

 Me llamaron a filas en el 3er. Remplazo del año 1987, por delante tenía un año de Mili y, la instrucción la hice en el Acuartelamiento Álvarez de Castro en Gerona. Mi viaje en el tren de Barcelona a Gerona además de la concurrente compañía de cientos o miles de futuros solados, me acompaña un pensamiento, la inquietante amenaza de un personaje de Vilanova i la Geltrú que me "prometió una inolvidable mili". En la estación de Gerona bajamos del tren muy pocos, la mayoría continuaron el recorrido hasta la estación de Figueres, para seguir en camiones militares al Acuartelamiento de Sant Climent Sescebes.

El poco tiempo que duró la instrucción en Girona, primeramente me sirvió para despejar la inexistente amenaza del personaje, quién fue un pésimo preparador físico cuando jugué en el Club Patí Vilanova y, que las crónicas rosas de la ciudad lo relacionaban con la familia Franco, de ahí su chulería y mi preocupación por su amenaza. 

Poco antes de acabar la instrucción y, aunque escuché los consejos de mi padre para que no me presentarse voluntario a ninguna captación de las diversas unidades que pasaban por los acuartelamientos de instrucción (como él hizo en su día, pues mi padre fue legionario en África en el año 1964 y sucesivos) cuando se personaron unos Boinas Verdes en el cuartel de Gerona, me dejé llevar por un compañero para hacer las pruebas y así "escaquearnos" de la instrucción de aquel día. Las pruebas de captación consintieron en un reconocimiento médico, diferentes ejercicios físicos y una entrevista personal que me la hizo el sargento Vidal de la COE 42. Nos presentamos una veintena de voluntarios y la verdad, yo ni le puse ganas ni aptitud, a parte de presentarme por escaquearme de la rutina de la instrucción de aquél día, en ese momento ya me había comprometido con el Club de Hockey Patines GEIEG de Girona para entrenar entre semana y si se prestaba, jugar algún partido el fin de semana que no tuviese permiso y no pudiese bajar a Vilanova.


Desfilando y besando la Bandera en el Cuartel de Gerona.

Pasaron la semanas y llegó el día de la Jura de Bandera. Todo fue perfecto, el desfile, la festividad castrense con la presencia de público de las familias de los nuevos soldados, hasta que saltó la noticia. Cuando nos repartieron los destinos para continuar el año de mili después de la instrucción, muchos los enviaron a Sant Climent de Sescebes, otros a diferentes acuartelamientos de Barcelona, unos pocos se quedaron en Girona y solo dos, fuimos captados para la Compañía de Operaciones Especiales 42. Cuando vi escrito en el papel mi destino, de primeras no entendía nada, en esos momentos ni me recordaba de las pruebas de captación que hiciera semanas atrás. A todos mis compañeros de instrucción les dieron dos o tres días de permiso para reincorporarse al nuevo emplazamiento y a mí casi 20 días, momento que un compañero me "felicitó" por haber sido aceptado en la COE y, mi feliz día de la Jura de Bandera se me vino al traste. Sin decir nada a mi familia, que presenciaron la metamorfosis de mi rostro pasando de felicidad a susto, corrí en busca del sargento Vidal que estaba presente en el acto, para intentar renunciar al destino de la Compañía poniendo como excusa el fichaje por el GEIEG, pero él, sin inmutarse me dijo: "soldado Labrador, le espero en Barcelona" e inmediatamente me percaté que la disciplina de la COE, se hizo presente aquél domingo de verano en Girona.  

COE 42, GOE IV Almogávares de Barcelona. 


Escudo de la COE 42

La COE 42 se fundó en el año 1968 en Tarragona y se mantuvo en esa ciudad hasta el 1987, año en que se crearon los GOE (Grupos de Operaciones Especiales) en los que se reagruparon las diferentes COE de toda España. La COE 42 y la COE 41 de Barcelona, formaron el GOE IV Almogávares sito en el Cuartel del Bruch de Barcelona. 


Mandos fundadores de la COE 42 de Tarragona en el año 1968.

Después de los veinte días de permiso, una tarde de domingo del verano de 1987, subí por primera vez la rampa de acceso a la entrada del Cuartel del Bruch, donde los soldados del cuerpo de guardia nos hacían esperar para ser agrupados hasta que un cabo de la COE nos vino a recoger, nos formó y al grito de "tercien los petates" (coger los macutos con los brazos y elevarlos por encima de las cabezas) y "paso ligero" (trote) todos vestidos de paisano, nos dirigimos hacia el edificio donde estaba la Compañía.


Escudo del GOE IV Almogávares de Barcelona.
 
 Cuando llegamos a la Compañía, a gritos nos hicieron subir corriendo dos pisos hasta la "camareta" donde estaban las literas y las taquillas. Mientras subía los pisos sofocado por la corrida, desde arriba oía gritar a alguien "¿quién se llama Labrador?", en ese momento pensé que había llegado la hora de la amenaza del personaje de Vilanova. Al llegar a la posición del que gritaba mi apellido, un cabo boina verde, le dije "presente" y éste me dijo, yo también me llamo Labrador y luego hablamos. Seguidamente nos asignaron una taquilla y una cama, luego nos hicieron formar para establecer las imaginarias (guardias nocturnas dentro de la compañía) e informarnos de la hora de diana (comienzo de la jornada).

Al toque de diana, que consistió en los gritos de los veteranos para que bajásemos a la calle, casi en "gayumbos" para formar delante de la compañía y, como si fuese hoy, recuerdo al cabo Manchón pasándolas canutas ante la impaciencia del cabo primero Conejo para que le pasase el listado de asistentes a la formación, guardias y bajas de botiquín. El cabo Manchón cada vez más nervioso contando filas, pero no le salían ni las sumas ni multiplicaciones, no le cuadraban los números y acabó con la poca paciencia del cabo primero, que éste, le ordenó ponerse firmes y sin aviso, le metió una patada en el pecho que el colgante del Cristo de la Muerte se lo hizo de bajo relieve en la piel. Ahí fue donde todos los aspirantes a guerrilleros, nos dimos cuenta que nuestro paso por la COE no iba a ser un camino fácil.

Las primeras semanas en el Bruch fueron de adaptación al funcionamiento de la Compañía: sus normas, horarios y actividades. La uniformidad era la misma que en el CIR (Centro de Instrucción de Reclutas) tanto la operativa como la de paseo (en aquellos años, era obligado vestir uniforme siempre), siendo la gorra nuestra pieza de cabeza, de ahí que los veteranos nos llamaban "gorrillas" hasta que nos entregaran la "Boina Verde", solo a aquellos que pasásemos las diferentes pruebas. 

La rutina en el cuartel era siempre la misma, la jornada, después de la diana y pasar lista, empezaba con el ejercicio físico (correr), desayunar, luego tocaba defensa personal, orden cerrado o las actividades formativas para preparar las fases, siendo la fase de agua la primera que se avecinaba. 
Al mediodía almorzábamos, después continuábamos con la formación u otras actividades como el mantenimiento de la compañía: limpiar, pintar u ordenar, hasta el toque de paseo.
 
Todo el día, cuando nos desplazábamos ya fuera en formación o no, debíamos ir a paso ligero, o sea corriendo al trote y, de que se cumpliera dicha "costumbre" ya se encargaba el comandante del GOE, Carlos Alemany, que desde la ventana del edificio donde tenía su despacho nos controlaba y, cuándo había algún soldado que se le olvidaba correr, él lo hacía llamar y se lo recordaba con un severo correctivo, siendo normalmente la privación del paseo y de los días de permiso.

Llegó la primera maniobra, la Fase de Agua, que la realizamos en el municipio de la Escala, Girona. Nos alojamos en un camping militar, que en verano se destinaba para el turismo de familiares del Ejército. El camping estaba en una pequeña colina por encima del puerto marítimo y pesquero de dicha localidad, por lo que nos permitía desplazarnos a pie a las playas para realizar los ejercicios y la actividades físicas y formativas. Antes de desplazarnos a la Escala, nos entregaron el primer traje operativo de colores mimetizados. 


Una para de camino a la Escala, con el uniforme operativo mimetizado y con gorrilla. 

La fase de agua en la Escala tenía como objetivo adaptarnos en ese medio, el mar, durante más de veinte días que duraron las maniobras. Realizamos ejercicios físicos a nado, también bogando (remo) con embarcaciones de asalto (tipo Zodiac) corriendo y haciendo marchas diurnas y nocturnas por las playas y las calas de la zona. 

De todas las actividades de la fase de agua, la más espectacular y anecdótica fueron las marchas nocturnas. Nos preparábamos para el ejercicio después de cenar, uniformad y maquillaje mimetizado, con mochila de asalto, armamento bien protegido para evitar el agua del mar y la vanguardia (el primer grupo del asalto) uniformados con trajes de neopreno. La maniobra consistía en desplazarnos desde el puerto de la Escala bogando en las embarcaciones de asalto durante varias millas hasta aproximarnos a una cala. Antes de tocar la playa, el grupo de vanguardia, yo iba en él, nadamos aproximadamente un milla, para "asegurar" la playa y así tomar tierra el resto de la compañía. 

La primera anécdota fue en el momento de entrar en la playa después de salir del agua. Nos desplazamos reptando (arrastras) cuando, me acerqué a un bulto, siendo este una pareja en plena actividad sexual, momento que miré al sargento Iborra solicitándole instrucciones, que sin responder éste, hizo un discreto chasquido con la boca para que la pareja amorosa se percatara de nuestra presencia y después del monumental susto, salieran corriendo, ni yo olvidaré nunca las dos caras de la pareja ni ellos olvidarán nuestras caras mojadas con las pinturas negras derritiéndose por el agua salada. Acto seguido, el sargento hizo las señales para que el resto de la compañía salieran del mar con las embarcaciones, mientras nosotros, la vanguardia vigilábamos y nos quitábamos la ropa de neopreno para ponernos el uniforme y así continuar el desplazamiento, la marcha nocturna por tierra, que duró toda la noche hasta el amanecer. Caminamos muchos quilómetros, por sendas, playas, calles de poblaciones cercanas, campings, que todo y tener la voluntad de no ser vistos por nadie, no siempre se consiguió, y hubo algunos sustos al salir alguna persona de la caravana o tienda y encontrase con militares vestidos de guerrillas delante suyo. Si caminar muchos quilómetros es cansino, hacerlo de noche, con todo el equipo de asalto y con la presión de no ser vistos, es agotador y, al amanecer, acabamos todos planchados en las tiendas de campaña.
 
Otra anécdota de aquella fase fue el vergonzante suceso que realizaron tres solados al hurtar unas sudaderas de una tienda de souvenirs de la Escala, y que los propietarios identificaron e informaron a los mandos de la compañía. El castigo que recibieron fue ejemplar, obligándolos a realizar ejercicios físicos sin parar durante más de 24 horas, relevándose los mandos entre ellos, quienes les hacían hacer, flexiones, correr, reptar dentro de matorrales e incluso zarzas, ducharse con agua fría... creo recordar que a ese castigo le llamaban "Caimán". Ni ellos olvidaron la disciplina de la COE y el resto nos dimos por avisados de la justicia y los castigos que la Compañía somete a quienes se desplazan al lado oscuro de las malas conductas.


En esta fotografía, estamos el cabo Jose Labrador y yo en el campamento (camping militar) de la Escala. Después del primer encuentro en la Compañía la primera noche, Jose me "apadrinó" y me ayudó a ascender a cabo. Cuando finalizó la Fase de Agua, Jose se licenció y hasta pasados muchos años, tantos como 20, no volví a saber nada de él, siendo en una carrera de Sant Silvestre de Girona, cuando volvimos a reencontramos por aquellas casualidades de la vida.

La siguiente fase, después de un permiso que casi siempre nos daban a la vuelta de maniobras y de pasar unas semanas en el Bruch, realizamos la Fase de Endurecimiento, acampando toda la Compañía con toda su logística (transporte, cocina, sanitarios...) en Más Enric, una zona militar de maniobras en la provincia de Tarragona.
 
Esta fase de endurecimiento, como su palabra nos da una pista, es la prueba que el aspirante a guerrillero a de superar para conseguir la preciada y querida boina verde, la prenda de uniforme más característica de la mayoría de unidades especiales y/o de élite de los ejércitos.


Mi Boina Verde

La fase consistió en mucho esfuerzo físico pero también psicológico, con pruebas como: La pista americana de día y que se tenía que superar los diferentes obstáculos lo más rápido posible; La misma pista americana pero nocturna y pasándola sin hacer ruido alguno; El Conguito que era un túnel subterráneo, enfangado y que apenas cabía una persona estirada en ancho y alto debiendo reptar totalmente a oscuras y arrastrando todo el equipo de combate personal, mochila y armamento, por lo que quienes sufrían de claustrofobia, lo pasaban realmente mal; El trato prisionero, una prueba que a lo largo de los remplazos se ha ido restringiendo mucho, en cuanto a los métodos, limitando los abusos, golpes y sufrimientos...


Registro en Más Enric.
 
La mayoría de la Compañía consiguió la Boina Verde y la "Bañera", el distintivo de las  COEs. 


Distintivo de Operaciones Especiales, conocido en el argot como La Bañera. 

La siguiente fase fue la de Armamento y Escalada, que también se realizó en la provincia de Tarragona, en la comarca del Baix Camp, municipio de Arbolí, donde había el campamento Los Castillejos.


Los Castillejos

El objetivo era la formación, manipulación y conocimiento del armamento y explosivos que utilizan las unidades de operaciones especiales: armas cortas, pistolas automáticas; armas largas como el subfusil y fusil; morteros; granadas... con muchas prácticas de tiro, tanto diurnas como nocturnas, así como pasar pruebas para acostumbrarnos al silbido de las balas, escuchándolas desde detrás de un muro o por encima de nuestras cabeza cuando reptabas por una especie de pista americana.


Imagen de la preparación de una práctica de tiro, bajo la supervisión del Tte. Ramón Serrano, Sgto. Pernas y el Cabo Primero Tejedor. En la misma se puede apreciar que hay solados con boinas y otros con gorras, los que no consiguieron en la última fase la preciada prenda. 


Práctica de mortero supervisada por el Capitán Rafael Hijano y el Sargento Pernas. 

La formación en la escalada, consistió en el montaje y uso de tirolinas, rápel, puentes elevadizos de cuerdas, escalada en roca... fue para mí una fase de las de más dificultad, ya que nunca he tenido ni fuerza ni técnicas en las extremidades superiores, por lo que la escalada, trepar cuerda o incluso hacer flexiones en barra, han sido para mí un objetivo nunca superado. Por ello, gracias a mi binomio el cabo Josep Solano, pude superar la fase con los mínimos aceptables. 

Aprovecho para explicar la importancia que tiene el siempre presente binomio en el ejército, la formación mínima de dos solados que en otras profesiones como las policías serían la patrulla. Como he dicho, mi binomio fue el cabo Solano (que también ingresó en el Cos de Mossos d'Esquadra en el mismo año que yo) y donde uno era más débil, la fortaleza del otro se complementaba, yo era flojo en la escalada y Josep en cambio era una bestia. Yo me movía como pez en el agua y en cambio él sufría mucho en ese medio. Respecto al binomio, una de las citas más célebres del Capitán Hijano era: "NUNCA VOLVÁIS SIN VUESTRO BINOMIO".


En compañía de mi binomio Josep Solano sin casco y el soldado Ocón con casco rojo.


Descenso en rápel

En el Ejército descubrir aptitudes que obviamente desconocía, una de ellas gracias a mi paso por la COE y concretamente a esta fase de armamento, por los resultados en las prácticas de tiro me hicieron tirador selectivo, que solo supuso una diferencia con al resto de mis compañeros, la de acompañar al Comandante Jefe del GOE a Zaragoza para realizar unas visitas a diferentes acuartelamientos militares de la provincia, así como a la Base Militar de los EEUU y también hacer las captaciones de soldados voluntarios para el GOE IV, y que merece un párrafo aparte, que explicaré más adelante.
       
Para la siguiente fase de Orientación y Topografía, nos desplazamos a la comarca del Berguedà, donde instalamos el campamento en una zona boscosa muy húmeda y sobre todo muy fría. En ya pleno invierno del 87, la fase fue dura por las condiciones meteorológicas, con lluvia y frio que prácticamente no nos dieron ninguna tregua en los días que duraron las maniobras. También el hecho de dormir en tiendas de campañas, la dureza de la fase fue superior.


Imagen de la tienda de campaña que compartía con mi binomio cabo Josep Solano.  

Hago un inciso para explicar cómo se organizaba el GOE IV. El GOE IV Almogávares de Barcelona se componía de la COE 41 y la COE 42 y de la Plana (planificación). Se alternaba anualmente la operatividad de las dos COE, un año estaba operativa la 41 y el otro la 42. La Compañía 42 se dividía en dos grupos, con un teniente de mando, dos sargentos y un cabo primero para cada grupo, así como varios cabos y soldados de remplazo. El GOE IV lo mandaba el Comandante Carlos Alemany y la Plana el Sargento Vidal. La COE 42 aquél año la comandó el Capital Rafael Hijano y el grupo al que me asignaron fue mandado por el Teniente Ramón Serrano, los Sargentos Iborra y Pernas y Cabo Primero Tejedor, siendo nuestra responsabilidad entre otras, el material topográfico, como mapas militares, brújulas, etc. 

Retomando la fase, esta maniobra consistió en la formación y prácticas de orientación, la interpretación de los mapas militares en la zona, la observancia de la estrellas para guiarnos en las rutas nocturnas y muchas marchas tanto de día como de noche. También nos formaron en la técnica para mimetizarnos, haciendo uso de utensilios, pinturas y otros objetos y materiales de la naturaleza, como hojas, ramas, corteza, etc.


Supervisión del material, uniformidad y mimetización. 


Formación antes de iniciar la marcha topográfica y orientativa.


Mi equipo de orientación.

Mi experiencia de escolta del Comandante Alemany y el viaje a Zaragoza, fue como resultado de la puntería en las prácticas de tiro en Castillejos. El comandante ordenó que le acompañara a Zaragoza junto a un soldado conductor. Ese viaje fue todo él, anecdótico. Cuando estábamos cerca de la ciudad, el comandante que iba de copiloto en el Jeep y, yo detrás, se giró y me preguntó "¿cabo Labrador, ha visitado alguna vez el Pilar?" y mi respuesta fue "no mi comandante", acto seguido, él ordenó al chofer dirigirse a la Basílica del Pilar.

Llegamos a la plaza, el chofer aparcó al lado mismo de la entrada de la Catedral siguiendo las órdenes del comandante, le dijo al éste que esperara fuera vigilando el Jeep y me dijo a mí "acompáñeme cabo". Entramos en la Basílica, de uniforme mimetizado y yo con el subfusil cruzado en la espalda. Hice el amago de quitarme la boina verde al traspasar el marco de la puerta, pero el comandante me dijo "No, nosotros no es necesario que nos descubramos". Caminando hacia la Virgen, nos cruzamos con varias personas, la mayoría eran señoras de muy avanzada edad y, observé como nos miraban sorprendidas de nuestra presencia y luego se persignaban. Llegamos a la Santa Capilla de Ntra. Sra. del Pilar, el comandante se descubrió de la boina y me dijo "Labrador, le presento a la Virgen del Pilar". 

Después de mi primera visita al Pilar, que la recordaré siempre gracias al Comandante Alemany, nos dirigimos a los cuarteles donde él tenía planificada varias reuniones. La primera visita fue al Acuartelamiento de San Fernando, aparcamos y el comandante me dio mil pesetas y me dijo "haz alguna captación, invita a cervezas y explica que la COE es la mejor experiencia que se pueda tener en el ejército español". Acompañado con el soldado chofer, nos fuimos hacia la cantina para la tropa, al entrar, me sorprendió que todos los solados y cabos que estaban dentro nos miraron como el foráneo que entra en una cantina del Far West Americano, supongo que el uniforme mimetizado fue el motivo, ya que en aquellos años no se usaba como luego se generalizó en el Ejército, pero también y puedo dar fe de ello, que la Boina Verde idólatra en demasía. Allí, coincidí con Puig, un compañero de la EGB de los Franciscanos de Vilanova i la Geltrú que me alagó con sus admiraciones por ser cabo de la COE. Tomamos varias cervezas, esos si, patrocinadas por el comandante, y entre historias de las experiencias de las COEs y dar respuestas a preguntas y dudas, capté algún voluntario, pero no pude convencer a Puig, mi compañero de cole, ya que tenía un mejor plan para continuar la Mili en Zaragoza. 

Al día siguiente visitamos la Base Americana de Zaragoza. En el acceso, ya me impactó ver a una enorme Marine, fuerte y con un plante marcial admirable. Nos identificamos y durante el trayecto por las calles de la base, me dio la impresión de estar en medio de una ciudad americana, casas sin muros perimetrales donde de veían las bicicletas y juguetes en los jardines, tiendas, cines y locales rotulados en inglés, aviones enormes mucho más grandes que los Hércules españoles que yo había visto aterrizaban o y despegaban... estaba en Estados Unidos sin salir de Aragón. 

El viaje finalizó, siendo toda una experiencia para mí, pero que al llegar al Bruch, en cuanto me preguntó el Tte. Serrano cómo había ido, le dije que había ido perfecto, como estaba planificado, momento que aproveché para trasladarle mis pesares sobre el tema de continuar haciendo ese tipo de servicios. Le expliqué que todo y estar completamente agradecido por la confianza y reconocimientos del comandante hacia mí, me preocupada la posibilidad de no poder realizar las restantes fases de la Compañía si tenía que realizar funciones de escolta del comandante. El teniente me dijo que no me preocupara y así fue, nunca más fui requerido para ese menester con el jefe del GOE IV.
           
A finales de noviembre, se nos informó que en diciembre nos destinaban a las Islas Chafarinas, un archipiélago español situado frente a las costas de Marruecos y que diferentes unidades del ejército, como La Legión, los Regulares y las COE se alternan la vigilancia de este archipiélago, como de las Islas Alhucemas y el Peñón de Vélez de la Gomera.


Vista aérea del Peñón de Vélez de la Gomera en la costa de Marruecos, entre Ceuta y Melilla. 
 
La misión de la vigilancia de esas tierras españolas frente a Marruecos, empezó con los preparativos a mediados de noviembre y antes de diciembre, se inició el traslado de toda la COE 42. El primer desplazamiento fue en tren de Barcelona a Madrid, y de la estación de Atocha a un acuartelamiento militar a las afueras de Madrid en camiones militares, donde hicimos noche. Al día siguiente, de Madrid a Ronda-Málaga, nos desplacemos en varios helicópteros Chinook, una experiencia nueva, pero demasiado ruidosa, todo y que llevábamos colocados auriculares para minimizar el ensordecedor estruendo de los rotores del aparato.


La Compañía embarcando en un de los Chinook que nos llevaría de Madrid a Málaga y de Málaga a Chafarinas. 


De postureo ante los helicópteros Chinook 

Al llegar a Ronda, al cuartel de La Legión, tuve varios sentimientos. El primero me recordó a mi padre, pues como ya dije, mi progenitor estuvo en el  Tercio Don Juan de Austria III de La Legión, no en Ronda sino en África, concretamente en Smara, el Sahara. Luego me sorprendió ver a soldados rasos y cabos mayores de edad, pues los legionarios no son de mili, sino soldados profesionales y al ver mandos, como sargentos y tenientes jóvenes dando órdenes a voces a soldados de edad avanzada, me impactó. La tercera cosa que me llamó la atención, fue comer la cena en platos de vidrios y no en bandejas de aluminio como estaba acostumbrado en todos los cuarteles que había estado: en Gerona, Barcelona, Zaragoza y Madrid, como también me sorprendió la calidad y la cantidad de la comida que nos sirvieron. La cuarta y última experiencia en el cuartel de la Legión fue un pequeño desencuentro con un Cabo Primero de la BOEL (la Bandera de Operaciones Especiales de la Legión) que todo y qué nuestro capitán Hijano nos había avisado, sobre evitar a éstos, sus desconsideraciones y fanfarronerías, ya que se decía, que menospreciaban a los Boinas Verdes de la COE por ser de remplazo y no profesionales como ellos, agraviándonos con el descalificativo de "quintos". Pues hablando con un soldado de la BOEL, muy correctamente, éste al decirle que yo era de Vilanova i la Geltrú, Barcelona, se sorprendió y se lo dijo a su Cabo Primero que estaba a lado, girándose éste, el "paisano" y, de forma despectiva me soltó un: "peor para ti" y, yo fuera de lugar, como siempre con exceso de orgullo le contesté: "menudo idiota" e inmediatamente el cabo primero intentó agarrarme, con no buenas intenciones, pero se lo impidieron sus acompañantes... por suerte para mí y ahí acabo todo.                 

La tercera y última etapa, fue de Ronda hacia los tres destinos: un grupo con el Capitán Hijano al mando fue al archipiélago Chafarinas, el otro a las Islas Alhucemas al mando del Teniente Bruno y el tercer grupo al mando del Teniente Serrano al Peñón de Vélez de la Gomera y, en este grupo iba yo. 


Dentro del Chinook sobrevolando la mitad de España. 

En cuanto aterrizamos en el Peñón, nos recibieron los efectivos de otra COE, no recuerdo cual era, nos pasaron novedades y se marcharon aquél mismo día y en la misma aeronave que nos trajo a nosotros. Yo recibí las novedades del puesto de guardia y vigilancia del faro, siendo "víctima" de una de las novatadas más sonadas del Peñón, cuando me tragué las instrucciones de dar cada 8 horas cuerda al faro para que no se parase y, me volví loco buscado la cerradura para dar cuerda con la llave que me traspasaron... hasta que se lo dije a mi sargento, que todavía hoy si leyera este recuerdo, se troncharía de risa como lo hizo aquel día.

La estancia en el Peñón duró todo el mes de diciembre, Navidad incluida y marchamos hacia la península el  día 29 con el objetivo de pasar Noche Vieja en nuestros hogares, con nuestras familias.


En la foto, el equipo de fulbito compuesto por el señor panadero, el Sgto. de la Armada, el Cabo Primero Tejedor, el Sgto. Pernas y el Tte. Serrano, más atrás de espectador uno de los soldados de la Armada. 

Los trabajos, actividades y "diversión" si se puede llamar eso a jugar un poco a una especie de futbol sala en una diminuta pista, distraernos en algún juego de mesa, remojarnos un poco en las frías aguas del Mediterráneo en el mes de diciembre... los días iban transcurriendo cada día más lentos a medida que íbamos sumando uno tras otro. Las guardias y vigilancia del Peñón se repartían entre todos, también entraban en la rueda los solados de marina que estaban con nosotros. La cocina y panadería lo realizaban el personal civil contratado por el Ejército, dos hombres y la señora de uno de ellos, los tres rozando la edad de jubilación.


Puesto de guardia en compañía del soldado Núñez y con la ametralladora MG.

En la playa, en la zona marroquí había un pequeño poblado con tres o cuatro familias que vivían de la pesca que producían a diario. Un poco más arriba de la playa, a unos 500 metros, había una pequeña caseta que la ocupaban tres soldados de la Gendarmería Marroquí, supuestamente para vigilarnos y que según decían, el relevo de ese puesto lo hacían cada tres meses, pues ese enclave se localizaba a muchos quilómetros de distancia de una civilización urbana. Todo el perímetro del Peñón, tanto por mar y por tierra, estaba delimitado por banderitas de España.


Remojón en las frías aguas, de fondo las costas de Marruecos 

Durante el tiempo que estuvimos en el Peñón, coincidimos con maniobras militares conjuntas de los EEUU y Marruecos, y que se hicieron notar especialmente por aire, ya que de tanto en tanto nos sobrevolaron aviones cazas y helicópteros. También a lo lejos divisemos varios buques de guerra y un portaviones.
 
También vivimos un par de incidentes. El primero preocupante, por motivos de seguridad. Una mañana nos activaron a todos a posicionarnos en los puntos de vigilancia y accesos al Peñón, con todo el armamento disponible por un posible estado de alerta, ante la amenaza de una patrullera marroquí que exigía la entrega de una embarcación de peca española que había entrado en nuestra aguas huyendo de dicha patrullera. Se trasladó aviso a Chafarinas y el Capitán Hijano ordenó que no se accediera a la entrega de la embarcación y ni mucho menos de su tripulación. Mientras duró el conflicto, la tensión y los nervios se mantuvieron a flor de piel, hasta que pasadas unas horas, la patrullera marroquí empezó a alejarse del Peñón y cuando se comprobó que su localización estaba a muchas millas de nosotros, la embarcación española se marchó rumbo a la península a toda máquina.
 

El grupo de Alhucemas.

El otro incidente fue social, doloroso, cuando una de las familias del poblado marroquí nos pidió ayuda para que el sanitario, el Subteniente médico de IMEC (Instrucción Militar para la Escala de Complemento) atendiera a un niño que accidentalmente se había derramado agua hirviendo por el cuerpo. Poco puedo hacer el médico, tan solo suministrar calmantes para el sufrimiento del pequeño. Al día siguiente, todo y el dolor de la familia, nos entregaron unas cajas de pescado fresco como agradecimiento.

En cuanto a suministros, nos enviaron un barco aljibe para llenar los depósitos de agua y cada semana aterrizó un helicóptero con alimentos frescos, conservas, bebidas y otros materiales para cocina, panadería y para mantenimiento. 


Aterrizaje del helicóptero que nos traía los suministros.
              
También el día 25 de diciembre, aterrizó un helicóptero en el que viajaba un capellán castrense para oficializar la misa de Navidad. 
 

Helicóptero en el que nos visitó el capellán para oficializar la misa de Navidad.


Aquí estoy celebrando la Navidad con los soldados Núñez y Ocón. 

Como dije, el día 29 aterrizó en el Peñón nuestro relevo, otra COE y, que con prisa y sin pausa, se les pasó las novedades, incluyendo la llave de la cuerda del faro, para salir volando hacia la península, nunca mejor dicho, pero nos esperaba una gincana de sucesos y dificultades que pusieron en jaque, el poder celebrar la Noche Vieja en casa. Hubo averías mecánicas de camiones y retrasos de los trenes, pero el jaque no fue mate y todos pudimos celebrar dicha festividad con nuestras familias. Yo llegué la misma tarde, casi noche del 31 a Vilanova, en ese momento, entrando en casa, me acordé de la promesa del Capitán Hijano que "TODOS CELEBRAREMOS EL FIN DE AÑO EN CASA".

En el Peñón, concretamente en el comedor, dejé una huella de mi estancia, ya que se me encomendó dibujar el escudo de la Compañía, y vaya por delante la verdad, que creo que no gustó mucho mi interpretación artística. Pero allí quedó.


Bajo "mi" escudo de la Compañía, el pintor con los soldados Núñez y León.

Cuando nos reincorporamos a la Compañía, después del permiso de Fin de Año, reiniciamos la rutina diaria en el Cuartel del Bruch, con la actividades físicas, formativas y la preparación del material para afrontar las siguientes maniobras, la Fase de Nieve, que se realizarían en las montañas del Pirineo Catalán, casi toda la fase en la estación de esquí de la Molina. 

Hasta que no llegó el día del inicio de la fase, empezamos a familiarizarnos con la equipación de alta montaña, en concreto con los esquís, especialmente para aquellos que nunca habíamos esquiado. Se nos entregó la equipación blanca de montaña, polainas, forros polares, guantes, gorro de lana, esquís, palos y botas, también unas pieles de foca para acoplar a los esquís y poder hacer las travesías en la nieve. 

En el cuartel del Bruch, empezamos las clases de iniciación al esquí. Extendíamos una manta en el suelo y encima de ésta, nos calzábamos las botas y nos anclábamos los esquís para realizar ejercicios con ellos, posicionamiento, la cuña, la vuelta María y otras técnicas para no ir completamente a las pistas de vacío.

Llegó el día del traslado a La Molina, concretamente en el alto de la Collada de Tosa, donde había un edificio de uso militar, cerca del Hotel La Collada en la N260. La semana antes, una avanzadilla de nuestra Compañía, se habían encargado al lugar para limpiar y adecuar las instalaciones, para que nosotros y otras unidades militares que vendrían después, pudiesen acomodarse durante la temporada de invierno. 

Como en una escuela de esquí, la Compañía de dividió en grupos de 10 soldados según el nivel de pericia que esquiando tuviese cada uno. Yo empecé en el nivel más bajo, ya que nunca había esquiado. En pocos días, fui pasando de grupo a un nivel superior, ya que el hecho de haber patinado sobre rudas muchos año, supongo que me ayudó adquirir fácilmente la técnica. Acabé la fase en el grupo con más nivel, cosa que me animó para seguir practicando el esquí, año tras año, después de mi paso por el Ejército.

A veces he oído qué, en el ejército se empuja a los soldados cuesta abajo sin tener un mínimo de nivel de esquí, pues es mentira, al menos con mi experiencia y en la COE 42 del año 87. He visto muchas barbaridades e irresponsabilidades de personas civiles que intentan esquiar, y que nunca he presenciado en los grupos de las escuelas de esquí militares.

Además de practicar el esquí nórdico, realizamos ruta de esquí alpino, realizando una travesía de 60 Km por pistas, fuera de ellas, subiendo y bajando montañas. Sufrimos momentos con bastante ventisca y nieve que complicó mucho más la travesía. Fue muy dura. 

Una de las actividades de la instrucción fue la construcción de iglús, en los cuales dormimos dos noches y, debo de decir que no se pasa frio si se construyen bien y se siguen los consejos sobre el uso del equipamiento y vestuario a la hora de dormir. Por contra, al ser el iglú un espacio tan reducido, donde dormíamos 4 soldados más su equipación y armamento personal, las salidas y entradas de éste eran un "show", pasando a ser el camarote de los "Hermanos Marx" cuando en medio de la noche se activó la "generala" (alarma). 


En plena construcción de un iglú. 

Una de las anécdotas de la fase la protagonizaron el matrimonio Alemany. El comandante y su esposa (creo), se personaron en la zona donde estábamos construyendo los iglús y al hombre, se le metió en la cabeza, si o si, que su señora entrara en uno de ellos. Solo diré, por no caer en una falta de respeto, que la situación fue muy desagradable para los que presenciamos la escena, del nivel de una película de Berlanga. 

Las tardes que no teníamos guardias o actividades programadas, las pasábamos en el Hotel La Collada tomando Cacaolat calientes y jugando a billar y futbolín. Un día nos bajaron con los camiones a Puigcerdà, para tomar alguna copa al pub, si de uniforme. Allí, en un pub, recuerdo que el Capitán Hijano afeó a un soldado que estaba fanfarroneando con una joven por ser un COE y no un soldado con gorrilla, diciéndole el capitán: "SOLDADO, NO SOMOS NI MEJORES NI PEORES, SOMOS DIFERENTES" y le ordenó: "vaya a hacer un relevo a la vigilancia de los camiones". Dicha frase, a mí siempre me ha acompañado y ayudado a ser quién y como soy durante toda mi vida, NI MEJOR NI PEOR QUE NADIE, PERO SI DIFERENTE.

Después de la fase de nieve, todos sabíamos que solo nos queda una, posiblemente la más icónica y popular de todas las que realizan las fuerzas especiales, la Fase de Supervivencia. Pero todavía hubo otra actividad antes, un desfile con exhibición incluida para la Jura de Bandera de un remplazo del Cuartel del Bruch. Para ello, hicimos mucho orden cerrado (ensayos del desfile) y montamos entre los dos edificios de las COEs (41 y 42) pasos elevados, tirolinas y rápel para la exhibición. 


Esta imagen es de un remplazo posterior al mío, pero es del GOE IV en el Cuartel del Bruch.

Hago un pequeño inciso para mencionar el poco tema que dio las famosas novatadas de los veteranos a los nuevos en mi remplazo. Pues con sinceridad, no recuerdo ninguna novatada en Gerona y las que viví al principio en la COE fueron muy pocas, seguramente el motivo es la forma de organizarse y planificar los remplazos, pues que casi no hay convivencia entre veteranos y novatos. En mi COE, antes de que llegáramos, el remplazo anterior, casi todos los veteranos habían sido licenciados, quedando solo una docena de ellos y que durante poco tiempo fueron nuestros instructores. Mientras estuvimos nosotros en la COE 42, la 41 estaba vacía y llegaron sus futuros guerrilleros al final de nuestro periodo en la Compañía, coincidiendo con la semana anterior del desfile y las exhibiciones para la Jura de Bandera. Fue casualidad, supongo, pero la casualidad en forma de pasos elevadizos entre edificios, sirvió para que unos pocos se aprovecharan para desplazarse entre cuerdas a la Compañía 41 y realizasen novatadas a los nuevos, una noche de cuchillos largos "light". Lo cómico era ver la cara de no entender nada de los sargentos, cuando a la mañana veían que los pasos estaban incompresiblemente muy destensados.


Subido en la escalera y con la ayuda del soldado Quiroga, estamos repasando las pinturas de la Compañía. En esta imagen se transmite uno de los lemas más conocidos e importantes de la COE 42: "CUANDO TU CUERPO DIGA BASTA, QUE TU MENTE DIGA ADELANTE". 

Volviendo al desfile y la exhibición, fueron todo un éxito. Primero desfilamos en formación de la COE, siendo ésta algo diferente de otras unidades militares, pues las filas y las columnas, al menos en aquella época, estaban muy separadas y sobre todo, la diferencia más espectacular, era que desfilábamos a paso ligero y en tercien, los cabos con el subfusil y los soldados con el Cetme por encima de nuestras boinas.
La exhibición a más de las bajadas en rápel, las tirolinas y los desplazamientos en los pasos elevados, se realizaron saltos por encima de bayonetas, exhibiciones de defensa personal y alguna ataques militares. Gustó mucho al respetable.


No es la COE 42, ni el cuartel del Bruch, comparto esta imagen para ilustrar por la formación en tercien y a paso ligero.

Pocas semanas después, como ya se veía venir e intuíamos por los preparativos y la formación que se nos estaba dando, la Compañía se desplazó a la comarca catalana del Ripollès, en una zona muy montañosa, con mucho bosque, pero muy limitada en otras cosas como verán. Estábamos a finales del invierno, pero el frio y la humedad en la zona todavía pegaba, moderadamente.  

Llegamos a una zona donde los mandos tenían planificad el fin del trayecto en los camiones y Jeeps. Bajamos de los vehículos y nos dividieron en varios grupos. Cada cierto tiempo, los grupos iniciaban una marcha que no se sabía el destino ni la duración, cada soldado llevaba su mochila y armamento. Nos dieron una ración de combate para alimentarnos. La primera noche después de caminar muchos quilómetros por senderos, dormimos en vivac ocultados en un bosque, el Tte. Serrano que manaba nuestro grupo nos explicó que la maniobra transcurría en territorio enemigo (imaginariamente), pues no podíamos ser localizados y obviamente se prohibía encender fuego para calentar la cena ni para fumar.
Al amanecer, recogimos todos los enseres y continuamos la marcha, a medio día, el teniente nos hizo sacar todo lo que contenía nuestras mochilas y los bolsillos de los pantalones y chaqueta. En esa "redada" nos dejaron casi sin alimentos.   


Registro de mochilas para quitar los alimentos que llevaba cada soldado, la fase de supervivencia estaba en marcha.

Antes del anochecer del segundo día de marcha, nos reagrupamos toda la Compañía y el Capitán Hijano nos informó, en la misma línea que el Tte. Serrano, que nos encontrábamos en territorio enemigo y que mientras no recibía la orden de evacuación, debíamos acampar en la zona y racionalizar el alimento. 


Matando el conejo.

Estuvimos 7 días acampados, lo primero que hicimos, fue montar las chozas con ramas y el poncho para dormir. Al día siguiente construimos un horno para hacer pan y calentar comida, una fresquera para guardar alimentos y otro horno, uno Cheroqui para ahumar. 

Por la mañana nos daban un poco de masa y levadura para hacer un pequeño bollo de pan y, como todo lo que encontrábamos, cazábamos o pescábamos debíamos compartirlo entre los cuatro, los que se componía cada equipo, tres soldados y un cabo.


Preparando el fuego.

Durante el día, los cuatro del equipo nos repartíamos las tareas, como ir a buscar comida, agua al rio, leña, etc. Varias veces al día los mandos nos hacían formar para presentar los alimentos que encontrábamos y daban su visto bueno o no para ser consumidos o tirarlos a la basura. Hubo sesiones de formación para el conocimiento de plantas comestibles, raíces y también, cuando se empezó a notar la falta de alimentación en nuestros cuerpos, los sanitarios nos pasaban revisión médica a todos.  

Para mí, los primeros días fueron los peores, supongo que para todos, ya que es cuando más ansías comer y notas los llamamientos del estómago al ir reduciéndose. Los siguientes días, ya no es hambre lo que tienes, solo pensamientos y antojos, pero las fuerzas se notan que van rápidamente desapareciendo. Luego empiezan los conflictos entre los componentes del grupo, el mal humor aumenta, cuesta moverse para ir a buscar ni siquiera agua al rio, sueñas con la comida y aparece la desmoralización, el punto psicológico y, comienzan a haber las bajas médicas.  


Mi aspecto físico en los últimos días de la supervivencia.

Durante los días de acampada, a cada grupo nos dieron un pescado para ahumar y comer. Un conejo vivo para matar, pelar y hacer varios caldos con las vísceras y luego para comer la carne racionalizada. Un pollo vivo para matar, beber la sangre, cocinar sopa con las vísceras y también comer por raciones.


Despellejando al conejo los cabos primeros Tejedor y Conejo, observando, Tte. Serrano y Sgto. Iborra. 

De cazar, poco se cazó, varios sapos y algunas serpientes, Nuestro grupo cazó una serpiente y pudimos saborear su carne, que nos supo a gloria, como los sapos, sus ancas y no ancas. 


Recuerdo de la serpiente que comió mi equipo, es 1/4 de piel.

Aquellos días de acampada, también hubo un incidente. Más o menos al cuarto día, uno de los grupos robó alimentos de una masía rural de segunda residencia. Cuando los propietarios llegaron a la casa para disfrutar del fin de semana y se dieron cuenta del saqueo, fácilmente se imaginaron quiénes podrían haber sido, por lo que pusieron su sospechas en conocimiento de los mandos de la COE. El Capitán Hijano ordenó formar a toda la Compañía, primero nos abroncó y luego pidió que los ladrones salieran de la formación, pero de inmediato, nadie salió. El capitán volvió a hacer el llamamiento, pero esta vez seguido de una amenaza, explicando que si no salían los autores del saqueo, toda la compañía iba al rio a bañarse en la gélidas aguas. Cuando la primera fila de la Compañía empezó a desnudarse, los ladrones de alimentos se identificaron. Éstos fueron castigados con un "caimán" menos duro que los que hurtaron las sudaderas en la Escala, pero a éstos, se les derribó la cabaña y rompieron los dos hornos, les quitaron los alimento que tenían y tuvieron que dormir al raso los días siguientes. 

Al 8º día, nos despertamos con una "generala", se nos ordenó que limpiáramos todo, como si nadie hubiera estado allí y nos dieron las indicaciones siguientes: "Seguid este camino de tierra, siempre hacia a izquierda, y a unos 20 quilómetros está el punto de evacuación. Toda persona que no sea de la Compañía y todos los vehículos que pasen por el camino, son enemigos y no os pueden ver" No vimos a nadie caminando, pero si pasaron varios vehículos, con los mandos de la COE abordo, pero representaba que eran enemigos y no nos podían ver, por lo que cuando se daba la alarma de "coche" todos saltábamos a los márgenes. Ya de noche, en una de las alertas, al saltar al margen y en la oscuridad, se oyeron gritos de auxilio, que resultaron ser dos soldados que estaban agarrados a unos arbusto y debajo de ellos, solo había vacío, oscuridad y una caída al rio de varios metros. Al final llegamos todos al punto, donde estaban los camiones para evacuarnos a nuestro "país" a Barcelona, al Cuartel del Bruch. 

Al día siguiente, nos dieron de comer, una dieta muy suave, indicándonos que teníamos el estómago muy cerrado y que debíamos ir comiendo de forma muy moderada. Cuando nos dieron permiso de paseo, nos volvieron a recordar que no abusásemos de comer ni beber, debiendo volver todos antes de retreta a la Compañía, para control médico.

Aquél mismo día, mis padres habían ido a Barcelona por visita médica y, cuando salí de paseo, me estaban esperando delante del cuartel. Si mi madre viviera, estoy seguro que todavía recordaría mi físico de aquella tarde, a la mujer se le saltaron las lágrimas por la pena que daba, pues en diez días, había perdido un montón de quilos y que en mi vida, ni por enfermedad había estado tan delgado. Mi padre, como era él, hombre de pocas palabras (en cambio ahora habla por los codos) sin decir nada, nos llevó al Rey de la Gamba de Barcelona y, todo y los "peros" que puse, merendamos-cenamos unas frituras con pan y tomate regado con sangría. Comí más por los ojos que por la boca (no me entró mucha comida), pero la noche en el cuartel la pasé fatal, como la mayoría de la Compañía, ya que todos, unos más y otros menos, hicimos caso omiso a las recomendaciones de los mandos y, como resultado, fue que toda la noche hubo overbooking en las letrinas y los más glotones, se pasaron un par de días en el botiquín. 

Pocas semanas después de la fase de supervivencia, nos licenciaron. Habiendo finalizado todas las fases y la formación planificada para nuestro remplazo en la COE 42, tocó festejar y despedirnos todos de la Compañía, entonando la canción "Triste y sola se queda la COE..." Pudimos adquirir a precio simbólico algún recuerdo, yo compré un machete, de los primeros modelos que utilizaron los primeros remplazos de Tarragona. También guardo como un tesoro, mi Boina Verde, la Bañera, escudos y mi "galleta" de CABO LABRADOR, así como la cartilla militar y otros documentos de mi paso por la Compañía  




Pero pocos días después de la despedida, cuando todavía aún no había habido tiempo para adaptarnos a la nueva vida civil, se nos volvió a activar a filas, casi de un día para el otro. El motivo fue, por un compromiso social del Ejército, nos enviaban a Amposta para realizar unas exhibiciones en aquella localidad, pero no recuerdo cual era el motivo. La tarde anterior, nos volvieron a entregar el uniforme mimetizado, armamento y mochila para realizar el desfile y la exhibición. Como pasó la primera vez que nos entregaron ese material, por supuesto siempre usado, debimos cambiar entre nosotros las tallas, lavar la ropa en los baños y dormir con ella para que al día siguiente estuviera seca y más o menos sin arrugas. 

Pasamos unos tres días en Amposta, creo recordar que pernoctamos en una especie de convento y todo transcurrió perfectamente. Cuando regresamos al Bruch-Barcelona y, después de entregar el material, nos volvimos a despedir todos por segunda vez y aquella, fue la definitiva, finalizando así, mi paso por la COE 42, pero nunca cerrando mi vinculación con ella, el sentimiento de pertenencia y orgulloso de haber formado parte de una gran familia guerrillera.

Recuerdo, que los primeros meses después de la COE, "sufrí" una especie de inadaptación a la vida social y civil, con algún conflicto como mi finiquito con el mundo del Hockey, ya que la Federación Catalana me sancionó de por vida por intento de agresión a un árbitro, éste muy conocido y cercano a los intereses del Club Patí Vilanova. Pero todo ese periodo pasó y se me abrió todo un mundo nuevo, la seguridad, primero privada y luego pública, mi profesión, que se la debo en mucho a la COE y también sin duda a mi compañera de este viaje, MI QUERIDA MUJER, OLIMPIA.

Los primeros años tuve contactos con el Tte. Serrano que fue ascendiendo en los escalafones del Ejército, con el Josep Solano que como dije, también opositó a Mossos y muchos años después con mi padrino de la Compañía Jose Labrador y también gracias a las redes sociales, no hace mucho tengo contacto con el Cabo Álvarez, alias el Pulgui y con él asistí a la presentación en Barcelona del libro del General Íñiguez sobre las Compañías de Operaciones Espaciales Españolas.
     
Que nadie dude, que el tiempo que estuve en la COE 42 me marcó muchísimo, en especial sus valores: el RESPETO, la SUPERACIÓN, la DISCIPLINA, el ESFUERZO, el ORDEN, el CUMPLIMIENTO... y muchos otros valores que se nos inculcaron en la Compañía y que me han guiado y ayudado siempre para ir superando todas las pantallas del "juego" de la VIDA, ya sean personales, sociales y profesionales. 

El año pasado, julio de 2022, se me hizo entrega del reconociendo como Cabo Reservista Voluntario Honorífico del Grupo de Operaciones Especiales "TERCIO DEL AMPURDÁN" IV, mención a la que me siento orgulloso y eternamente agradecido.   




Para finalizar esta biografía de mi paso por la COE 42, quiero agradecer a todos mis compañeros que coincidí, a los mandos, en especial de mi grupo, a los que les tuve tanto respeto y admiración: al Cabo Primero Tejedor, a los Sargentos Iborra y Pernas, al Teniente Serrano y también al queridísimo Cabo Primero Conejo (DEP), pero sobre todo, mi homenaje al que considero uno de mis mejores referentes en esta vida que, aunque solo estuve un año con él, fue suficiente para reconocer a una grandísima persona y al mejor mando jerárquico que he tenido nunca, a Mi Capitán Rafael Hijano (DEP). 



#SIEMPRECOE

Solo soy un agente de tráfico

 Hoy se cumplen 27 años de la Especialitat de Trànsit de Mossos y hoy hace 7 años que escribí en Facebook este escrito en el que opinaba así...